Voz microfónica
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La voz radiofónica es una voz impostada, para una emisión con resonancia que le da esa “pastosidad” que caracteriza a los locutores. Pero son pocas las personas que impostan naturalmente bien la voz; sin embargo, todas las voces pueden ser mejoradas si se aprende a colocarlas.
Podemos
comparar las cuerdas vocales con las cuerdas de una guitarra, si las cuerdas
solamente vibran darán un sonido opaco y seco, sin armónicos ni resonancia;
pero cuando son colocadas en la guitarra suenan completamente distintas porque
la caja de resonancia hace que la vibración adquiera amplitud y calidez. Lo
mismo sucede con la voz humana, nuestra estructura facial es una caja acústica
que debemos hacer resonar al hablar. La voz no debe venir directamente de la
garganta, sino pasar primero por la parte anterior del paladar y por los senos,
huecos óseos ubicados por encima del maxilar superior.
Una buena respiración es esencial, pues de
ello depende en gran medida la emisión de la voz ya que por radio no se debe
hablar gritando, el micrófono no reproduce la voz, sino que la amplifica. Esta
ayuda además a que se pueda hablar largo tiempo sin fatigarse o afectar la
laringe y las cuerdas vocales. Y para aprender la técnica se deben hacer
ejercicios respiratorios con el abdomen y con el diafragma, este músculo separa
la cavidad abdominal de la toráxica y controla gran parte del proceso de la respiración.
La respiración profunda y completa es la que llena los pulmones, haciendo
comprimir el diafragma, dilatando el abdomen y las costillas; de esta manera es
posible almacenar en cada inhalación una mayor cantidad de aire.
En cuanto a la postura, de pie se emite
mejor la voz, se respira mejor y se imprime más expresividad al texto; pero
algunos corren el peligro de tender a la declamación y al énfasis. Sentados
ante una mesa, tendemos a ser más íntimos y coloquiales, estamos más cómodos
para manejar notas, pero la voz no sale tan emotiva. Tanto de pie como sentado,
se debe mantener ante el micrófono una posición erguida pero laxa, y
preferentemente sin contracturas musculares, con la actitud de quien está
conversando tranquilamente. Se gana mucho si conocen técnicas de relajación
muscular, ayudan a la respiración.
Para el adecuado manejo de la voz en radiofonía
se requiere presencia -es decir, cuerpo, color, calidez y plenitud- que en
parte depende de la adecuada ubicación del micrófono, la distancia entre este y
la boca debe ser la más corta posible, siempre que no sature ni se oiga
excesivamente la respiración. Generalmente, una distancia de veinte centímetros
es la conveniente, pero si se tiene una voz particularmente fuerte hay que colocarse
un poco más atrás; si débil, algo más adelante. Al hablar, hay que hacerlo de
frente al micrófono y no al papel. Si se
mira frontalmente al libreto, la voz se opacará y perderá presencia, de ahí
también la importancia del ensayo.
Y aunque la boca debe permanecer a distancia
contante del micrófono los descensos y elevaciones en el volumen se compensan
con acercamientos y alejamientos del micrófono. Así, cuando hay una situación que
exige hablar en voz baja o susurrando, se avanzará un paso manteniendo colocación
de perfil, articular bien y suavizar las consonantes explosivas. En cambio, en
una escena intensa, se retrocederá uno o dos pasos. Si, por exigencia del
libreto, el intérprete ha de gritar, debe alejarse un tanto del micrófono y
perfilarse a 45°, si tiene que dar la impresión de que está gritando desde
lejos, segundo plano, se aparta un metro y gira el cuerpo 90°.
Por ejemplo, cuando el guion acota “acercándose”,
el actor se acerca lentamente desde una distancia de 2 metros, de frente al
micro, hablando mientras se aproxima, así da la impresión auditiva de que el
personaje se aproxima al lugar de la escena y para acentuar la impresión, se marca
el sonido de los pasos. Y si el guion indica “alejándose”, el intérprete habla
caminando lentamente hacia atrás, de cara al micrófono.
Los micrófonos modernos acentúan la
impresión de distancia, por lo que no hay que alejarse tanto como en la
realidad porque no son selectivos como el oído humano, registran todo.
Cualquier pequeño ruido se magnifica, cualquier error resalta y esta
hipersensibilidad abre grandes posibilidades en la realización radiofónica si
se la sabe aprovechar; pero impone también sumo cuidado en la producción, hay
que poner especial cuidado en las consonantes oclusivas -/b/, /d/, /g/, /k/, /p/,
/t/, y /v/-. Esto concierne directamente a la dicción, se debe practicar hasta
conseguir una articulación nítida, en que cada letra se oiga claramente y con
vocalización pulcra de velocidad constante para que el oyente pueda distinguir
lo que se dice y lo retenga.
También es importante modular la
expresividad en la voz, sin caer en la oratoria, para que el mensaje suene
natural, con inflexiones y matices, como si nos dirigiéramos a una sola
persona. La entonación debe ser conversacional, los textos deben ser leídos sin
parecerlo, al hablar, la voz sube y baja, emitiendo intensidades ascendentes y
descendentes, dando sensibilidad y significación a las palabras. Todos lo hacen
espontáneamente al hablar, y al leer un texto escrito se tienen que reproducir.
Referencias:
Referencias:
Kaplún, M. (1999). Producción de programas de radio: el guión - la realización. Quito, Ecuador: CIESPAL.
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